Me acuerdo de ella como si
la hubiera visto en un sueño que he soñado
o que alguien me ha contado. Yo estaba
sentado en la alfombra, en la penumbra
del dormitorio de mi madre, en mano
tenía un sonajero o un chupete, ya no sé,
y pasó una viejita, una viejita
así de pequeñita, por el cuarto, cerró
atrás suyo la puerta,
y nunca más la vi.