El inclemente sol y la cruel helada,
surcaron tu piel dejándola ajada:
a pesar de ser joven, luces anciana,
y por ser áspera y fea,
me inspiras amor, querida higuera.
Dejaste que los niños fueran a ti,
perdiste tus hojas entregándote así:
alzaste niños, que felices se hamacan
de a cuatro… a horcajadas
quebrando tus frágiles ramas.
Te quedaste pequeña, para cuidar
que los niños no caigan al trepar,
¡tantos pequeños en tus ramas cobijas!:
sacrificaste el fruto,
como abnegado y maternal tributo.
Camino a Monterrey, que es el Calvario,
llegará Jesús a Pilar Solidario,
te hallará sin hojas, y con niños colgando:
por ser áspera y fea
te dirá que eres hermosa, querida higuera.