A la orilla del frio lecho, donde en las tardes lluviosas me enfrento al no estás y a la egoísta celebración del cielo que pronóstica un año más sin ti.
La arisca cerradura no volvió a anunciar tu llegada y el armario nunca más fue abierto.
Se me hizo costumbre caminar por el parque, mientras se consume en mis dedos un cigarro.
Se me hizo costumbre besar a dos o tres, pero no estás en ninguna.
Se me hizo constumbre escribir estas letras.
Se me hizo constumbre extrañarte.
El problema, ¡hm! El problema es olvidarte.