En un paseo de espacios ciegos
la sombra parece leer
los sollozos de la soledad.
Su estatura de cometa perdido
se desmorona en los altos muros
donde descansa
la luz de las estrellas.
Más allá se apaga la guitarra
como gota moribunda
en un estanque de mieles silenciosas.
¿Quién escucha tu cantar sombrío?
¡Ay, sombra de los registros!
Alguna estructura merodea suspicaz
y reclama para sí
los relatos del espíritu.
Hay movimientos telúricos
en la caja de Pandora.
La verdad sigue oculta entre las redes
y los sicarios se aproximan
para amputarle su mirada.
¡Ay, sombra de los registros
¿Quién escucha tu cantar sombrío?
Más la Nada permanece indiferente
mientras mueren los últimos brotes
del jardín de mi utopía.
¡Ah, vengan las malditas estructuras vigilantes
a decodificar sus decretos
en los giros de mi agonía!
Yo saltaré en los hilos de una araña
invocando la última nota
del Cantar de los Cantares.