Se sienten latidos enjaulados en la brevedad de este espacio.
Confinados en cuerpos fugaces, frágiles, mortales, que tropiezan y caen de las cornisas con sus sueños de volar incumplidos.
Se oye a la mente tonta y dominante que nos lleva por caminos de dolor con esperanza.
Donde está mi libertad que entregue en folios dorados de alegría.
Tortura y felicidad que se confunden entre latigos de realidad.
Acá está mi corazón que enterraré en esta tierra, manchada con la sangre de mi historia incompleta.
Que será mal contada entre lágrimas saladas que mojarán los labios que alguna vez besé.