Amar a la mujer latina
es amar , en verdad,
a la mujer que más fascina:
De la europea,
tiene la hidalguía;
de la africana,
rasgos de hechicería;
de la indígena,
la laboriosidad;
de los cristianos
tomó la piedad;
del Caribe,
viene su alegría;
de los Andes,
el encanto de la tierra fría;
del Pacífico,
el canto y la melancolía;
y su pasión es... ¡salvaje!
como la Amazonía;
su temperamento es fuerte,
como del río, su torrente;
su amor constante
y como el sol, avasallante.
Amar a la mujer latina
es tener, en verdad,
¡a la vez... la calma,
la gloria y la tempestad!
xE.C.