Sombra y luz sobre tu cuerpo…de encantadora hechura,
de reverente compostura.
La experiencia más sublime de tu frágil desnudez,
y de tu palidez agraciada...de cautivante lucidez.
Envidio a ese rayo de luz que se posa sobre ti,
que sin pedir permiso te profana el pudor…
y abusa de acariciarte con disimulo oculto …el terciopelo de tu cándida piel,
y con ingenuidad pausada te recorre mansamente…
invadiéndote con su impetuoso candor.
Como no envidiar la fortuna del sol…
que sin autorización…y sin hacerse notar…
puede sentir el suave palpitar de tu ser…
puede escuchar la apacible sinfonía de tu perpetuo respirar.
Como no enloquecer de deseo…
si te veo completamente entregada a los galanteos del amanecer,
si parece que la sombra de la persiana se ha tatuado sobre ti,
y a secuestrado para el astro rey… tu impetuoso frenesí.
Te miro ahí…indefensa y liberada…
estirada sobre el lecho de pureza marfil…
con tu humanidad perfumada de pasión,
despreocupada del cansancio que provoca la fantasía de amar.
Te observo ahí…derrotada de agotamiento…
extenuada de soñar…
profundamente inerme,
sin siquiera imaginar …que mi mayor deleite …
siempre ha sido contemplarte dormida…
y sentirte suspirar.