Del estiércol
nacerá el nuevo hombre;
del rico humus
de ruinas humeantes;
del polvo
de viejos mármoles
que antaño lucieran
esplendorosos;
del sudor y del acero
de obsoletas
naves industriales;
del oro sepulto
en los sótanos
de los bancos,
hoy por la hiedra
y el musgo conquistados.
En los inmensos vertederos
de abandonadas metrópolis
germinará el nuevo hombre,
de las fértiles cenizas del pasado.
Y como planta invasora
se extenderá por la tierra,
obrando sus prodigios de mago.
Y al final, al final,
la naturaleza
lo acogerá nuevamente
en su maternal seno,
como acoge paciente
a sus díscolos, pero amados,
hijos pródigos.