J.R.Infante

¡Ahí está Vielha!

 

 

Ludwing Van Beethoven

me presta esta tarde la violina

para montar a lomos

                               de mi C-Max

y dejar que me trague la montaña.

Vosotros intrépidos guerreros

portadores de bastas culturas

                                             milenarias,

vosotros conquistadores de tierras

más allá del horizonte,

vosotros no habéis tenido

la dicha de penetrar en

las fauces luminosas

                               del  dragón

y sentiros transportados

por la máquina del tiempo.

Allí dentro se respira

la ausencia del bajo cero

o de la penitente lluvia

que pone a prueba los sentidos

y va fraguando las vértebras.

Al término del recorrido

hay muchas nubes que se adhieren

a la montura de mis gafas,

hasta que el brillo

                           de la pizarra

me hace gritar ¡Ahí está Vielha!

Y dejándome llevar

por una procesión

                           de gatos

me veo sumido al instante                                                          

en otra procesión de rotondas,

que me llevan al rumor

del agua sobre

                       la piedra,

el necesario descanso

de mis doloridos tímpanos.