Un día clemente miraba yo al cielo
con ansia y anhelo, pintando un iglú.
De pronto, danzaron diversas esferas,
que dieron maneras de haber sido tú.
Y fue una sorpresa de gloria vestida,
que escribe a la vida muy llena de amor;
y fue de inmediato perfecto el momento
traído en el viento de eximio esplendor.
Honesto confieso que admiro su arte,
que en versos reparte de esencia y pasión;
«¡qué linda sorpresa me traje contigo,
pues soy un testigo de su inspiración!».
El sol y la luna conserven su empeño,
también cada sueño de su cristiandad.
«¡Qué canten las aves la dulce proeza...!»,
¡porque es su belleza... «la felicidad...»!
Dux Den