Ni una muerte antes ni una existencia después
estás aquí y ahora -oh poesía de mi alma-
y eres la inmortalidad de mis sueños
no te buscaba porque tu luz nació conmigo
mas sabía que te reconocería
con los ojos cerrados al instante mismo
que yo percibiera tan sólo tu voz
y has vencido las barreras del tiempo y el espacio
para irrumpir en mi existencia
y así mostrarte ante mi silencio
con el infinito poder de tus labios
entonando el cántico de la perpetuidad
soy río y tú eres agua
abarcando mis confines
y nos encaminamos unificados
rumbo a la inmensidad de aquellos océanos
que un día insospechado nos originaron
para luego permitirnos reencontrarnos
en nuestras orillas reverdecen los ciruelos
alimentados del rumor de nuestros besos
y el viento -testigo fiel- acaricia sus ramajes
para dejar caer sobre nuestra piel
la dulzura del fruto que concentra
en su interior el néctar de las deidades