\"Ahí viene, esa compañera que dejó de ser un monstruo en mi niñez y adolescencia, viene siempre con las sombras y el frío del norte, pero ya no es horror lo que representa, ahora es una leve tristeza, una tristeza sin dolor, sin agobio, solo un leve pesar.
Aprendí a amarla, cómo la víctima que se enamora de su captor.
No podría explicar cómo se siente, solo se que es muy parecido a eso que se siente al ver morir el día en un crepúsculo, sabes que fue un buen día, hubo sonrisas y ahora llega la noche con su eterna oscuridad.
No hay sueño, solo silencio y soledad, pero, en ésa soledad, en ése silencio, la tristeza no es absoluta, se escuchan a los gatos en los techos, ellos se aman al resguardo de Artemisa y su blanca luz y la tristeza se va transformando en esperanza.
Pues al ver el movimiento cósmico de la bóveda celeste anunciando el final de la noche con un magnífico alba luminoso y de pronto llega la salida del astro rey, la oscuridad se repliega y lo azul del cielo se hace presente, los pajaritos cantan y todo comienza de nuevo.
Así es mi tristeza, una tristeza se fundió con mi alma y de la cual ya no me puedo separar, no me duele más, solo cambio mi forma de ver el mundo y a las personas.\"
Eternas lunas.