No escribo solo
con las manos,
los pies acompañan.
—Aforismo cincuenta y dos de la «Gaya Ciencia» de F.Nietzsche.
Corre libre, salta las matas
que salen a tu paso.
Corre raudo, cuenta hasta diez
antes de pararte en una coma.
Corre, toma el primer atajo,
no mires detrás, ya es tarde,
que la sal no invada tu cocinado.
Corre la pluma, déjala que se deje
llevar, la tinta que no le siga, escasa.
Corre sin hilo. sin madeja que lo recoja,
deja que se escurra sobre un inmaculado
palimpsesto, eso, repítete si hace falta.
Corre; que el negro sobre blanco dicte
su sentencia —no preguntes el sentido
de lo que sale a mansalva de tu adentro.
Corran los dedos sobre un teclado yermo,
Corran sin freno, y que el traqueteo
del teclado sea banda sonora, martilleante.
que sea marco al milagro que va sucediendo.
No, no escribas con resquemor, con miedo
al qué dirán, como pidiendo explicaciones
a la musa; no, usa de tu ingenio y vuela.
Corre hasta recorrer con la ya cansada vista
lo que unos ojos incrédulos desmienten.
Siente, detente en el remanso del momento
y pregúntate si lo que escribes vale la pena.
Si no, arruga el papel y empapela el cesto.
Eso, no corras, las prisas son malas consejeras.