Jesús Oscar Ugalde

No temas

No bajará de la azotea nocturna ese lobo hambriento,
No te mirarán sus ojos rojizos de furia,
plenos en la tentación por desmoronar tu cuerpo.
Porque la calma de la noche abriga tu infancia,
al igual que papá y mamá,
en su pequeño hogar,
tierno recuerdo.
Cede en tu pesar del transcurrir del tiempo.
No, no temas.

No llegarán las gárgolas volando con su rostro de piedra a desgraciar tu vida.
No está ese cielo cubierto por las nubes esperando su acecho para ultimarte.
No, no temas.

No te mirarán sus ojos como gigantescas esferas,
ávidos en devorarte y saberte malherido.
No, no temas.

No llegarán los hombres del mundo a pisotear tus manos,
porque también están temerosos de la total inclemencia de su destino y temiendo verse en su faz expuesta, débil y vulnerable.
No, no temas.

No llegará el cruel enemigo contra tu madre y tu hermano.
Ni su sola sombra se parará contra tu honor o tu honesta condición ilusoria.
No, no temas.

No pisará tu pie un solo atentado contra su libertad,
de ese prado paradisíaco donde corre,
como en un tacto tan suave te seduce el césped a caminar ufano.
Y así en la libertad y el color rosa de la gracia y la aventura.
No, no temas.