Las miraditas no se cruzan por accidente,
intervine disuasivo un poder intangible
que ata suave lo quimérico con lo posible
y se llama destino... o un amor de repente.
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Te confieso que era por mucho el menos creyente,
que una sonrisa enredaría un hilo invisible,
que susurraría en mis latidos lo inmedible,
y sin pensar... serías mi menester urgente.
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Hazte responsable de esa miradita esquiva,
que ya tatuada a crisol en todos mis rincones
se sumerge a beneplácito en mi alma cautiva...
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le fue fácil convertir mis pies en sus peones,
arrastrarme a tu encanto y lujuria posesiva
para doblegado seguirte... sin más opciones.
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