Como los astros,
a simple vista invisibles al ojo humano,
así la sonrisa que esconde entre tus
labios
escapa de mí cuando a su encuentro salgo.
Desconoce, caprichosa,
que soy astrónomo: paso mis horas desde
la lejana Tierra intentando llegar a
nuvos rinconces del cosmos.
Se niega a aceptar, temerosa,
que, como físico, me atrae indagar el porqué
de su brillo con luz propia
y, como poeta, estudiar por qué no soy
quien la causa.