De signos ignotos, memoria segura,
de gran partitura la idea del son.
Llevaste en las venas la música experta,
el alma despierta, también la emoción.
El vals fue tu ritmo que dio simbolismo
al genio empirismo de tu corazón.
El piano sedujo tus dedos de genio
que desde el proscenio vistió tu León.
El arte supiste vestir con las notas,
que tierras remotas dijeron: «¡José...!».
Tu nombre se escribe con arpas arcanas
y son trece dianas, tan solo una fe.
Llegaste bravío con sangre de ancestro,
alumno y maestro del gran colosal;
la orquesta te aclama con tono seguro:
«¡es Mena el futuro, se ha vuelto inmortal!».
Samuel Dixon