Detrás de la belleza de sus ojos
se encuentran los misterios de su encanto
que obliga al corazón vivir de hinojos;
rogándole su amor con dulce canto,
que lleva en cada nota triste llanto.
Me quedo contemplando su silueta
con ese su fulgor tan transparente
que colma mis anhelos de poeta;
al ser de inspiración divina fuente
que porta del amor su luz fulgente.
Posee su mirar la gloria eterna
que tiene el resplandor mas hechicero
tan dulce, tan febril, tan clara y tierna;
que queda mi soñar de prisionero
en nimbo majestuoso de lucero.
Mirando tan serena su pupila
con ese su mirar tan halagüeño
observo el gran ardor que le destila;
surgiendo de pasión volcán de ensueño
que envuelve con embrujo muy risueño.
Sus iris azuladas me aprisionan
con ese su color tan cristalino
y todos mis anhelos se fusionan;
buscando de su encanto lo divino
que sea gran farol de mi camino.
Por ello mis poemas van tejidos
con lágrimas que sirven de incensario;
que aromen corazón, cuyos latidos
serán de mis delirios relicario
que lleva de pasión febril glosario.
Autor: Aníbal Rodríguez.