Sarita siente amor y lo que más desea es ser la novia oficial de Pepito y ¿cómo lo logra?, pues, enamorando más a Pepito y ¿cómo lo consigue?, pues, yendo más seguido por el colmado donde labora Pepito. Y queda tan enamorada de Pepito que hace locuras sólo por el amor de Pepito. Cuando, de repente, se vio fría Sarita, como que el destino fue una furia devastadora desde que el silencio fue como el paisaje lleno de tormenta y de dolores devastadores en poder creer que Pepito no puede ser el verdadero amor de Sarita. Cuando, de pronto, quedó como el dolor en el alma y como el rencor en el camino, pues, el camino frío y devastador creció como tormenta y como el sol que observa a Sarita desde el cielo inalcanzable donde ella desea llegar como el verdadero amor de Pepito. Y, Doña Clotilde, sentada y dormida en el sillón de madera como que el sueño eterno le llegó, y la abuela de Sarita, Doña Clotilde le pregunta que…
-“Oye, mija cuándo va estah el pan,
el pan estáh buenoh de verdad,
¿verdad? Sarita, mijita dando un pedazo de pan,
pa al dolor de hambreh, mijita,
pues, el hambreh eh ma fuerte que el dolor,
mijita descansah que el tiempo va y viene,
y el pan va estah ¿verdad?...”-,
Y Doña Clotilde con achaques de vejez en el sillón de madera, sólo se ve sola y en soledad recordando siempre el amor de Pedro, el padre de Sara, la única hija que Dios le dio. Cuando en el altercado de creer que su nieta Sarita se quedará sola y en soledad como ella decide hablar del amor y contestar la pregunta de Sarita del amor y Doña Clotilde le dice que…
-“Oye, Sarita usteh se veh enamorá,
pues, le voy a contestá su pregunta del amoh,
el amoh es algo bien bonitoh,
pues, del alma de ahí adentro es que uno se llenah,
se compadeceh, y uno se enamora no ma,
enamórase de Pepito o de quiénh quera,
pero, recuerdeh una cosa de acer el pan siempe…”-,
Y Sarita recuerda de esa pregunta cuando le indagó a Doña Clotilde acerca del amor, y de la espera en amar. Cuando, de repente, subió al escenario de la vida y más de la compasión Juanito, y Doña Clotilde lo mira y lo observa y le pregunta que…
-“Oye, Juanito, usteh ha trabajao mucho,
desde que lo cogí con mih chavoh,
usteh se cree que no me doy cuentah,
pero, creo que usted quere ami nitah Sarita,
se le notah en suh ojoh,
yo puedo sabeh lo que quere usteh…”-,
Y Juanito temeroso y tan tímido y tan retraído se nota su eficiencia y más que el dolor que hace Doña Clotilde con la declaración de amor de Juanito hacia Sarita, cuando dice Juanito que Doña Clotilde es una metiche en su relación y amor con Sarita y más que le dice Juanito a Doña Clotilde que…
-“Oye, Doñah Clotilde,
¿por qué no me dice cuánto pan,
quere que trahbaje yo?,
sabeh una cosa que mi amoh,
quere amah, pero, no sabeh con quiénh,
todavíah…”-,
Y, Doña Clotilde, se aferró al amor y más que eso se recuerda de ese amor entre Pedro y Doña Clotilde, si se siente como aún tan sola cuando amó verdaderamente, pero, que en realidad quedó sola como sola llegó al mundo, si al fin y al cabo, quiso amar, y, amó, pero, quedó sola en su afán de creer en la mala insistencia de dar amor, pero, quedó como tan solitaria y tan referente a cualquier mala situación en la vida de Doña Clotilde. Y Sarita siente una punzada en su corazón, y no eran las cosquillas del amor sino un augurio de un mal porvenir, cuando se aferró al deseo y alguien tocó a la puerta de la choza y Doña Clotilde le dice a Sarita que…
-“Mijita, a veh abrah la puertah,
a veh quiénh eh,
si ya icihmoh el pan,
el pan estáh buenoh en verdad,
a veh abrah la puertah…”-,
Cuando Sarita abre la puerta y era nada más ni nadie menos que el dueño de la choza. Y éste le dice a Doña Clotilde que…
-“Doña Clotilde, a ver ya se cumplió dos meses,
de la renta de la choza,
me va a pagar, bien…”-,
Y el dueño de la choza mira a Sarita como queriendo que le pague con ella. Y Doña Clotilde en defensa de su única nieta Sarita, le dice al dueño de la choza que…
-“Oye dueño, ya como la niñah le había dichoh,
ya le tengo el dineroh aquí,
el escasoh dinero que tenemoh,
pero, que no dah para lo que queremoh,
aquí estáh suh dineroh…”-,
El dueño de la choza se vio atrevido y le dijo en secreto a Doña Clotilde que…
-“Ya, a usted no le queda más vida,
qué va a hacer con su nieta…”-,
Y, Doña Clotilde, lo mira de reojo cuando en el altercado frío de la esencia y más que eso se vio mortífera y letal, como que el desafío se envenenó como la más conmísera mala existencia, en dar con la verdad una posible realidad, de que a Doña Clotilde no le queda más vida que la tiene ya… y Doña Clotilde le contesta que…
-“Oye, dueño de la choza,
yah se puedeh ih,
yah tineh su dineroh,
lo que buscabah,
así que lárgueseh de aquí…”-,
Sarita que no es tan perezosa entendió todo desde una mala perspectiva de vida. Y quedó haciendo el pan con Juanito, el cual, también entendió todo, pero, Doña Clotilde siendo más astuta que nadie abrió la cajita que se halla debajo de su cama y se dijo una vez más que…
-“Toh, seráh pa mi nietah, Saritah…”-,
Y, Doña Clotilde, los obligó a ambos a trabajar hasta la madrugada en la elaboración de pan, con harina, manteca, sal y levadura. Y, sí, que elaboran como dos docenas de panes, en tan sólo en la madrugada. Y por la mañana se hallan bien cansados tanto Sarita como Juanito. Y decide Juanito acortar o tomar el atajo más corto, pero, Sarita logró tomar el camino más largo, cuando al vender el pan, su cuerpo cansado y decide tomar una siesta entre dos piedras del camino. Cuando en el delirio y su afán de soñar una pesadilla, fue emboscada por una pandilla de la región rural, del camino, cuando tomó una siesta por el cuerpo cansado. Y la pandilla le hurta el pan y el dinero y todo lo que posee Sarita en ese momento. Cuando despertó de esa siesta todo estaba allí, el pan el dinero y todo lo que poseía, pues, en realidad tenía todo a su disposición y más que eso prosigue camino y senda abajo. Sarita, saltó el umbral de dos piedras, cuando en el trance de la verdad se aferró al deseo de vender más panes que otros días y noches. Cuando en lo más directo de un todo, se vio mortífera y tan letal como la paz en su alma después de descansar una siesta. Cuando en el altercado de una forma se sintió tan inmortal como letal cuando ve llegar al dueño de la choza, por el mismo camino que ella transita. Y el dueño de la choza le guiña un ojo a Sarita y prosigue cada uno el camino, pues, en el trance de la verdad se creó una sola señal de que ése hombre era muy malo para Sarita. Y, Sarita, logró lo que nunca llegar con todo el dinero y el pan vendido a la choza y le dice a Doña Clotilde que…
-“Mireh, abu,
toh el pan vendío,
aquí estáh toh el dineroh…”-,
Y el escaso dinero de Doña Clotilde se halla ya en la caja debajo de su lecho. Cuando en el combate de dar una sola forma de hacer crecer ese dinero era elaborando más pan, y los obligó otra noche y otra madrugada a elaborar pan y, sí, que fue así, ambos cansados y tan extenuados deciden tomar el atajo de Juanito y quedan cansados de hacer y vender pan, y otra vez, se duerme Sarita. Y, llega otra vez, la pandilla, al que hurta el dinero de lo ajeno en la región más rural del campo, y Sarita dormida y despierta, otra vez, de la pesadilla y quiere caminar a vender más pan con Juanito, si tenía de todo, el dinero y más el pan para seguir vendiendo. Y prosigue el camino cuando se halla en medio del destino al dueño de la choza, otra vez, cuando pasa desapercibido y, otra vez, le guiña un ojo a Sarita. Y Sarita ya sabe a lo que viene esa guiñada de ojo, cuando en el camino se siente como la sola soledad, y se sabe que el deseo es ambigüo, pero, muy deseoso. Y, Sarita, lo siente y lo sabe más en su propia alma, que en el juego de la vida y de la existencia sabe lo que más desea ése hombre, pero, ella, ingenua sabe jugar también en la vida como ella desea. Sarita llega a la choza, y con el escaso dinero y le dice a Doña Clotilde que…
-“Oye, abu,
quere el dinero que le traje,
no es má que lo que vendió,
Juanito y yo,
sí, abu vendimoh mucho…”-,
Continuará………………………………………………………………………………………
Mi página #3,000 en Poemas del Alma....