Comienzo citando al \"profeta de Oriente\", Khalil Gibran...
\"La casa de los padres, es la única casa que puedes ir decenas de veces sin invitación. La casa que te recuerda tus días sin preocupaciones; la estabilidad y tu felicidad durante tu infancia\"...(fin de la cita).
Así era mi casa solariega de grandes aleros y hermosos jardínes, llena de maravillosas escenas vividas en familia... viendo retozar en los pasillos a mis hijos y después a mis nietos.
Hoy, duele en el alma saber que ya esa \"casa grande\" no existe y no porque la venció el tiempo, sino por las circunstancias adversas que así lo determinaron.
En esa \"casa grande\", mis hijos después de haber iniciado sus vuelos hacia otros nidos, cuando regresaban no era necesario pedir permiso para entrar ni recibir invitación para ello.
\"Casa grande\" a la cual llegaban con algarabías buscando un \'piscolabis\' sin solicitar permiso para degustar lo que les apetecieran en ese momento.
\"Casa grande\", donde llegaban directamente al lugar más deseado del hogar: la cocina... levantando las tapas de las ollas para percibir el agradable olor del menú del día y compartir en familia.
\"Casa grande\", entrando a sus antiguos aposentos observando sus camas intactas y curucuteando las cosas que allí dejaron antes de continuar \"viaje\" hacia otros destinos.
¡Ya esa \"casa grande\", la solariega, hoy no existe... sólo existe la casa que alberga a mi alma, esperando con el corazón abierto, algún día termine esta angustiosa espera para reencontrarnos y abrirles las puertas de mi esencia...antes de que sea demasiado tarde!...
Nhylath ...
(Desde Santiago, Chile)