¡Que me duelen los ojos
por llorar! y me duelen
mis dolores, que suelen
ya de ser tus enojos.
Y es que yo me difamo
por la tal osadía
y es que tú todavía
te preguntas si te amo.
Si suspiro al oírte
y quisiera abrazarte
y quisiera besarte
y en tus pasos seguirte.
¿Y me pides amarte
si ya en vida es mi muerte
y tan solo por verte
imposible es odiarte?