Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - El Escaso Dinero - Parte III~**

Doña Clotilde asombrada y encantada con estos dos muchachos, se dispone a poner más dinero en la cajita que se encuentra debajo de su cama. Y Doña Clotilde por ser tan buenos muchachos les dice que…

 

-“Mijita y mijito,

por ser tan buenoh loh doh,

leh do ehte díah de descansoh,

no se diga ma,

vayan y tómeseh una siestah,

que horitah es lo buenoh,

que hay que acer ma pan…”-,



Los dos jóvenes tanto Sarita y Juanito descansan en la choza, mientras que el dueño de la choza visita a Doña Clotilde, éste hombre dueño de la choza, es un intrépido señor y un mentiroso y un embaucador, si hubo guerra entre Bolivia y Brasil, él se escapó del movimiento huyendo lejos de la isla hacia a Santo Domingo. Desde ese entonces, cuando regresó a la isla está el valor de las chozas muy económicas y compró tres chozas, pero, las otras tres no le pertenecen, porque en realidad que las hizo en esa tierra sin ser dueño de esas tierras. Y, una de esas chozas es la que le pertenece a Doña Clotilde. El dueño de la choza entró sin permiso a la choza y le dijo en voz baja y en el oído a Doña Clotilde que…



-“Deme a su nieta que la quiero para mí,

y sino me la da se tendrán que ir de aquí,

ésta es mi choza…”-,

 

Y Doña Clotilde en voz baja también le dice que…

 

-“Nohotras le pagamóh la rentah,

no se dice ma,

nohotras noh quedamoh aquí,

porque pagamóh,

y a mi niña noh,

noh se la va a llevah,

oísteh… mal nacío…”-,



El dueño de la choza, se siente deseoso por la muchacha y muy lujurioso, pero, la niña duerme aún y descansa. Cuando en el alma de sentir de Doña Claudia, se intensificó como el mismo tormento y un huracán sintió por su nieta Sarita, cuando ése hombre se le acerca y ella lo retira con el bastón que se halla cerca de la niña Sarita. Y se va de la choza el dueño de la choza, y se percibe un aire de desagrado y de molestias incoloras en Doña Clotilde. 

 

El monte está lleno de fríos, era la época de navidad y ya se veía despedir el año. Cuando en el momento se siente como el deseo y como el instinto jovial de querer parrandear con la juventud, de todo el pueblo en Maricao en Puerto Rico allá para el 1900 a 1901. Cuando la guerra está en su punto máximo, es cuando se va de la isla el dueño de la choza, porque ya la guerra requería expedición de hombres para la guerra y él se escapa hacia a Santo Domingo. Éste hombre fue y será un embaucador, friolero, mentiroso, y lujurioso y con subrepticios dolores de amores ilícitos y más con la niña Sarita y tan genuina e inocente, la niña. Cuando en el monte o en el campo rural, está en todo su apogeo en la celebración de último año. Sarita está bien contenta, pues, va más seguido al colmado donde labora Pepito, aunque tiene más trabajo por elaborar más panes. Y, Sarita, despidiendo el año junto a Doña Clotilde y Julia, y Juanito y junto a Pepito. Y mientras que pasan las horas y el tiempo para despedir el año del 1900, se siente conversar Julia con Sarita sobre el marido de Julia y el hombre las escucha hablar escondido detrás de la silla donde se conversa y se dice que…

 

-“Mijita mi marío no es el mismoh,

si desde que no noh amamoh,

no tene el mismoh amoh,

y yo quero que sea el mismoh de sempre,

que me quera y me ameh,

pero, yo creo que está muy lejoh d’ser  el mismoh,

él me quere, pero, yo no sento así…”-,

 

El marido de Julia lo escucha todo y dice intenta cambiar para el bien del matrimonio y por el amor de Julia. Y se intensificó la osadía y más por el desastre de creer en que la fiesta en su gran apogeo, cuando en el delirio efímero se vio intransigente el dolor de Doña Clotilde en las piernas, pero, ni así se perdió la fiesta de fin de año. Cuando en el afán de dar una conmísera insistencia se vio fría e inocua, pero, muy real ante toda la fiesta de fin de año del 1900. Cuando en su afán de ver, si el pobre suburbio se ve como el terrible y más nefasto de los tiempos y todo porque no le queda mucho a Doña Clotilde de vida ni de existencia. Cuando en querer amarrar la luz al alma, se vio Sarita en su interior cuando en el trance de la fría verdad Pepito la ama también al igual que ella. Cuando en el alma se ama con demasiado ímpetu y con demasiada pasión dentro del corazón y por un sólo destino juntos los dos, tanto Pepito y Sarita. Cuando en el alma de ambos se llena de luz y de una sola bondad en el alma llena de luz multicolor. Cuando Sarita sigue la conversación con Julia, y más que eso le dice que…

 

-“Mija, ahí sólo usteh quere,

porque si él tambén la quesierah a usteh,

no le iciera esoh,

a naidie se le haceh esoh,

cuando el almah quere,

tambén el corajón quere,

yo creo que él no te quereh…”-,

 

Mientras que Julia solloza casi en los brazos de Sarita, el hombre se encoge de hombros, pensando e imaginando que todo será más bonito si él cambia su forma de ser para con Julia. Cuando en el embrague de dar una sola salida el hombre de le acerca a Julia y le dice que… tomando las manos de Julia, que…

 

-“Oye, amoh,

yo tambén la quero,

lo que pasah es que le tengo medio,

a perderla, sólo yo la quero pa mí,

sólo pa mí,

ay un hombre que me la píe,

y yo no quero esoh, veh…”-,



Y, Julia, con voz entrecortada, ahora entendió a su marido, después de tanto tiempo lidiando con tal situación. La prima hermana de Sarita, Julia, se ve insistentemente amargada e intransigente, pero, inocua y sin hacer más daño a su vida ni a su existencia se vio fría ante ése hombre que al fin de año se confiesa ante Julia, una Julia sollozando por el tiempo y se prometió algo entre ése hombre y ésa mujer y le habló Julia a ése hombre diciendo que…

 

-“Ay, mi amoh, 

si yo lo amoh como sempre,

le prometoh que nada vah a pasah,

con nuehtro amoh,

to vah a cambiah,

usteh estáh en mi corajón,

y naidie ma que usteh…”-,

 

Mientras que el destino y el juego del amor se siente como el mismo trance de haber sido enjaulado como un león en su propia jaula. Y ése hombre, el marido de Julia, y le dice a Julia que…

 

-“Mija, mi amoh,

yo a éseh le tengo mucho medo,

no eh como los otros hombreh,

sino que hacendao,

y tiene mucho dineo,

y ya me la pidó,

y no seh como dicerle que noh,

tú veh…”-,

 

Julia, llorosa y sollozando de miedo y de mucho temor se vio fría como el paisaje de regreso a la vida misma, y más que eso se vio atormentada y deliberado un frío entre su corazón y su propia alma. Y, Sarita, les dice algo a Julia y a su marido, muy intransigente, pero, muy bueno de que el dueño de la choza las podía ayudar…y les dice así…

 

-“Oye, mija, el dueño del jacalito,

noh puedeh ayudah,

si él lo puedeh conoceh,

al hacendao éseh,

y quisáh noh puedeh ayudah…”-,

 

Tanto Sarita como Julia y el marido de Julia pactan el acuerdo. Y esperan hasta mañana para poder hablar con el dueño de la choza y que lo puedan conocer. Mientras tanto Juanito, y Pepito se disputan el amor de Sarita. Y, ¿quién ganará por el amor de Sarita?,      

si Sarita ya está enamorada de Pepito, el del colmado de la esquina, si ella dice que en el amor nadie manda ni que el corazón transige más. Cuando Sarita va más seguido al colmado de la esquina, y todo para ver a Pepito comprando los ingredientes para hacer más pan y para poder vender en el campo. Mientras que Pepito, se siente como el hombre más amado y Juanito sin el amor de Sarita. Cuando en el alma de Pepito se vio amado y más que eso amado por una mujer que él también ama. Cuando en el delirio frío y sosegado tanto Juanito y Pepito, se enternecen de voluntad en querer barrer el alma en el suelo y todo por el amor de Sarita. Si Sarita sólo siente amor y más por Pepito. 

 

Descansa Doña Clotilde en el año nuevo del 1901, sí, en su sillón de madera. Y la niña Sarita y Juanito laborando en la elaboración de pan todavía y sin poder descansar para poder vender el pan y obtener más del escaso dinero con la venta de pan.     

 

 

Continuará………………………………………………………………………………………….