Señora mía,
si usted supiera lo que me inspira,
si permitiera contar su historia…
a lo mejor comprendería mi insensatez,
mi atrevimiento dispensaría,
a lo mejor perdonaría tanta osadía.
Tal vez entonces enteraría…
que usted ha sido mi gran amor,
que sin pensar…
inesperadamente…
indirectamente…
se ha convertido en mi sufrimiento…
y en el motivo de mi dolor.
Señora mía,
no es mi propósito incomodarla,
no busco tal vez desagradarla…
ni molestar,
tan solo quisiera que conociera…
el triste relato de mi sentir.
Usted ha sido señora mía…
el tierno origen de mis suspiros,
la incógnita causa de mi delirio,
la razón inconsciente de mi nostalgia…
y se ha convertido en el pretexto de mi aflicción.
Usted ahora, me ha usurpado la sensatez,
robó de mi alma la dulce calma …
Y hoy se ha ganado…mi incontenible melancolía,
y esa tristeza que ahora habita en mi corazón.
Si usted supiera Señora mía…
las fantasías que le invente:
Yo la escondía en mi silencio,
en lo remoto de mi retiro,
en lo insondable de mi sigilo,
allá, en lo más furtivo de mi aislamiento.
Yo la guardaba para mis ansias,
la secuestraba cuando quería…y la hacía mía…
la poseía con el más ardiente frenesí.
Usted fue mía.
Yo recorría pasito a paso sus travesías…
hice entelequias sobre su piel,
acampé en sus dominios,
burlé sus defensas…
y trepé sus murallas…
y me apoderé de su exquisitez.
Desplegué mis besos sobre su espacio…
y su dócil figura se rindió indefensa a mi invasión,
muy fácilmente,
me hice dueño de su emoción,
y le sustraje su discreción…
le despoje de su compostura …
y desarme la arrogancia de su mesura…
que se ha dejado inducir de mi pasión.
La inunde de caricias a todo nivel,
encontré sus resquicios …y sacié mis deseos de seducción.
Tome posesión de su cuerpo rendido de excitación….
y la declaré mía…de mi estricto legado…hasta la inmortalidad.
Debo confesarle señora mía…
que a pesar de su indiferencia…
no he podido disimular lo que usted me hace sentir…
cuando la veo pasar.
Hay veces que mis ojos no encubren la devoción que usted me hace vivir.
Señora mía...
mi sagrado secreto...mi debilidad pecaminosa,
mi infidelidad escandalosa…pero mi divina inspiración.
Señora mía…
debo suponer
que usted ignora que ha sido mía...
lo que se dice mía …de total entrega y sumisión,
más mía que de su “señor” ...
que la ha dejado de ver… con la dulzura que la veo yo,
con la ternura que siento yo…
cuando usted se deja contemplar…cuando se deja amar.
Sin rozarla, usted ha sido mía…alguna vez…
Y eso me hace suyo también.