¿Oyeron lo que dije? ¡No sufrió!
Cuando llegué, en placidez de santo
había traspasado su alma;
ni siquiera a su Hijo, el Padre concedió
esa gracia.
No necesitó el reclamo divino
de haberse sentido abandonado.
¿Lo oyeron? Yo lo vi, y es verdad
que no sufrió.
Su corazón había cesado en un instante
mientras era protegido por el sueño
y se fue al cielo en un solo suspiro.
Hubo agobio en mi alma, pero él no sufrió.
¿Oyeron lo que dije?
De mi libro “De mis últimas letras”. 2020 ISBN 978-729-540-5