Querida yo.
Sé que en este momento no te sientes bien emocionalmente, que sólo quisieras llorar y dormir para no sentir, con la esperanza de que al despertar y abrir tus ojos sientas que solo fue una pesadilla que no te dejo descansar bien.
Sé que buscas hacer cualquier actividad, aunque no tengas ánimo, para tratar de tapar aquello que te está lastimando.
Sé que quisieras huir de las paredes mentales que te atrapan y te desbordan de emociones.
Sé que muchas veces te cuestionas con un por qué a mí o un para qué me pasa esto o aquello, con la esperanza de encontrar una respuesta que probablemente la vez lejana, puesto que no sabes cuál es la correcta, o ni siquiera tienes una.
Sé que quisieras volver a nacer para no tener eso que te hace sentir mal.
Sé que no le deseas a nadie que viva lo que tú estás viviendo en este momento porque entiendes lo difícil que puede resultar.
Sé que a diario debes volverte amiga de los medicamentos para que ellos te ayuden a encontrar el equilibrio como parte de la solución que te dan los profesionales, aunque a veces quisiera dejar de tomarlos para sentir que puedes salir de todo sin necesidad de acudir a ellos.
Sé tantas cosas de ti, como también sé, que a pesar de estar luchando internamente con los monstruos sin rostro que te aprisionan, tienes una sonrisa de vuelta, unos ojos que aún opacos brillan, simulando ante los demás estar bien, pero, sobre todo, recordándote que, a pesar de ello, tu puedes y quieres estar bien.
Sé que has pasado por tantas cosas. Que te has caído muchas veces, pero, también, que te has sabido levantar, aún con el peso que además lleva tu cuerpo. Y eso, querida yo, es de admirar.
Por eso, hoy te digo que no estás sola, que continúo tomando fuerzas por ti, porque, así como tú me has dado la fuerza cuando era más pequeña, hoy yo seré esa fuerza que necesitas para cuando crezcas un poco más, recordándote que siempre has podido y podrás.
KaMel