Ella me seduce en medio
de un jardín de enjambre
cercado por agudas espinas.
Ardientes son sus caricias
cuál piel de trigo
se rasga en cada intento.
Ella me seduce con suaves movimientos como el viento a una soga en la rama de un árbol.
Ella me seduce con una radiante luz todos los días, me pasea como inocente niño por el esplendor azul que oculta a nuestros espectadores.
Ella me seduce desnuda con sus piernas abiertas en donde yacen las sombras prometiendo el placer eterno de dormir a su lado y no despertar jamás.