En el bar de las nostalgias
me encontré una vieja amiga
que se llama soledad.
La invite a acompañarme,
y gustosa me acepto.
La mire con insistencia
y vi en sus ojos moribundos
una lágrima rodar.
Me senté a hablar con ella,
y charlamos por un rato…
recordando tiempos idos…
que aún me cuestan olvidar.
Departimos un momento
nuestra tibia coincidencia.
Nos miramos fijamente,
y no supimos que decir.
El silencio se coló entre nosotros,
y nos quiso seducir.
Nos bebimos unas copas de apatía,
y escuchamos su canción de la nostalgia,
esa música tan suya…y entrañablemente mía.
Y a pesar de lo vivido…
a pesar de lo sufrido,
lo pasamos divertido.
Me contó que encontró un nuevo amor,
un amor esperanzado en un rincón del alma,
escondido en la distancia de su cruenta timidez,
y fui testigo en ese instante de su falsa placidez.
Le conté que yo también tropecé sin darme cuenta
con la suave calidez de una ilusión…con poder de seducción…
ahora viajo a encontrarla cada noche en un poema.
Quien diría vieja amiga…
tú y tu amor esperanzado,
y yo detrás de esa ilusión,
en una noche de bohemia…
sin dar tregua al desengaño…
intentando enamorarnos…otra vez.