Cada día
el desencuentro se hunde en mi costado
y sangra lentamente la tristeza
el sinsabor de no recuperar los instantes,
no querer repetir este anochecer repetido
un velorio con sombras
y rostros sin boca
un revoltijo de nauseas
un insomnio que se alarga
una culebra que se arrastra en cámara lenta
en el tronco de mi memoria.
¿Cuándo fue que ayer se apagó la fragua?
y vino este alborotado fragor de truenos
y nos oscureció la mirada.
Cada día escarbo en el ayer
Y cuando descubro algo parecido a un sueño
me ilumino y mis manos se vuelves aspas
remuevo los terrones como el buscador de vetas
pero al final cuando nada hallo
me siento en algún rincón
Y espero callado la noche,
la repetición del tormento
Quizás algún día las líneas sin final
se doblen en un surrealismo
y surjan los mándalas y los laberintos
que llenen de mitos y utopías
este presente sin brújulas.