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NOCTURNO XXV

   Este crepúsculo lluvioso y triste

ha castigado la tierra húmeda

con torrenciales aguaceros

y azules látigos eléctricos.

Puedo aspirar un penetrante 

aroma a petricor, característico del estío.

¡Qué nostalgia por ti, oh Sol 

de mis antiguos días;

de aquellos resplandecientes amaneceres

y dorados ocasos en mil playas paradisiacas! 

¡Ah, cuánta alegría abriga mi corazón y

cuánta nostalgia envuelve a mi ser,

como la de Belcebú por el paraíso celeste!

   Haré una corona de rosas

con las estrellas más rojas,

para depositarla en tus manos suaves y pálidas, bella ninfa de la noche,

y en complaciente sumisión

aromatizar tu belleza 

con este símbolo de amor.

   Eres mujer de la noche;

la más hermosa,

la golfa más ardiente,

la bruja más poderosa

y la ninfa más dulce

de las mil veladas

de  mi ardiente juventud.

   Rosas para la guerra y para la muerte,

pero más simbólicas para tu dulce amor.

¡Una montaña de tus pétalos

para los enamorados de la Tierra;

con sus amargos desamores,

y sus embrujos de amor eterno!...

¡Una corona de estrellas 

para la ninfa dorada de las tinieblas;

la que me embruja y me seduce;

la que desata mi corazón y mis lágrimas!...

   Envíame tus carros de fuego

para viajar hasta la curvatura del espacio - tiempo, y

a través del infinito paraíso de estrellas

regocijar mi corazón

y estallar en lágrimas

de alegría, de gozo y de ferviente amor.