Este crepúsculo lluvioso y triste
ha castigado la tierra húmeda
con torrenciales aguaceros
y azules látigos eléctricos.
Puedo aspirar un penetrante
aroma a petricor, característico del estío.
¡Qué nostalgia por ti, oh Sol
de mis antiguos días;
de aquellos resplandecientes amaneceres
y dorados ocasos en mil playas paradisiacas!
¡Ah, cuánta alegría abriga mi corazón y
cuánta nostalgia envuelve a mi ser,
como la de Belcebú por el paraíso celeste!
Haré una corona de rosas
con las estrellas más rojas,
para depositarla en tus manos suaves y pálidas, bella ninfa de la noche,
y en complaciente sumisión
aromatizar tu belleza
con este símbolo de amor.
Eres mujer de la noche;
la más hermosa,
la golfa más ardiente,
la bruja más poderosa
y la ninfa más dulce
de las mil veladas
de mi ardiente juventud.
Rosas para la guerra y para la muerte,
pero más simbólicas para tu dulce amor.
¡Una montaña de tus pétalos
para los enamorados de la Tierra;
con sus amargos desamores,
y sus embrujos de amor eterno!...
¡Una corona de estrellas
para la ninfa dorada de las tinieblas;
la que me embruja y me seduce;
la que desata mi corazón y mis lágrimas!...
Envíame tus carros de fuego
para viajar hasta la curvatura del espacio - tiempo, y
a través del infinito paraíso de estrellas
regocijar mi corazón
y estallar en lágrimas
de alegría, de gozo y de ferviente amor.