Raiza N. Jiménez E.

A mi madre.-

La pena surcaba su santa frente;
con humedos ojos yo la veía.
Iba a verla cuando, ya era de día.
Madre decía, deseo me oriente.

*-*

Lo que me diría estaba en la mente.
Sentada estaba esa mañana fría.
La vi, se que usaba una ruana mía.
Siempre, y ante todo, fue la más valiente.

*-*

Ella siempre fue quien marcó mi senda.
No se cómo hacía, pero era mágica.
Hacía mucho y lucía tan bella.

*-*

Era, para mí, la más cara prenda.
Como buena tanguera era muy trágica.
Hoy le bajaría muchas estrellas.