Aquella fría mañana
de empedrado cielo gris
la calle se hizo más larga
como pincelada lejana
plasmada por un pintor
en un lienzo, ya olvidada.
Desde un portal escondido
tanteando con su bastón
adoquines y calzadas
caviloso, lento en su pisada
una silueta gris,
de porte muy encorvada
mochila al cuello terciada
sucia, se le ven sus manos
camisa de cuello sudada,
el hombre rompió el silencio
temprano por la mañana.
“Una ayudadita por Dios”
Con una voz que desgarra.
era el cieguito San Blas
comenzando su jornada.
Me detuve de momento
cuando la esquina doblaba
buscando atisbar su estampa
en la calle larga y clara,
entonces me pregunté
será de verdad el cieguito
o sería el mismo DIOS, quien caminaba.
en aquella fría mañana
aun cuando el sol brillaba.
“Una ayudadita por Dios”
con una voz que desgarra.
volví a escuchar su relata
pero en aquella fría mañana
ya, su silueta no estaba.