Escucho el canto
del grillo y la cigarra
al mediodía.
Y me contagian
la música sin nombre
con tanta paz.
Voy a su encuentro
y tú vienes conmigo
sin darme cuenta.
Tienes mi mano
tomada con la tuya
en el paseo.
Me vas hablando
con música de fondo
encantadora.
Lejos, altivas,
se ven unas montañas
con mucha nieve.
Pienso en subirlas,
andar por sus senderos.
hasta la cumbre.
Y desde ella
gritar cuánto te amo
y oír el eco.
Un eco suave,
profundo y sugerente,
y en él tu amor.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/11/22