Oriente es testigo de amor verdadero
tan puro y sincero, de eximia pasión.
Un día un prudente sedujo a una estrella
llamada Doncella, la joven de Sión.
Mirada inocente, sutil primavera,
futura heredera, familia real.
Ejemplo de niña con buenas costumbres,
viviendo en las cumbres hogar de cristal.
La dicha del hombre vertió resistencia
y fue su conciencia la nube y verdad,
miraba su rostro con ansia suprema
como una diadema de ruin libertad.
Sentía la fuerza venir desde adentro,
movía su centro, voraz atracción.
Quedó sorprendida, cantaban las aves
tenía las llaves de su corazón.
El joven Urías propuso a la aurora,
que en sueños implora sus labios besar,
salió de repente buscando a Doncella,
le dijo: «con ella, me quiero casar».
Propuesta mal vista, los padres rechazan,
y los amenazan, mudar de ciudad,
dolor y tristeza sus sueños robados,
estar separados por la sociedad.
El plan de los padres está muy radiante
como un nigromante sin fecha y sin luz.
Así, la muchacha contiene el dilema;
del padre un problema, del joven la cruz.
Doncella un tesoro que esfuerzo merece,
sonríe y florece, por todo el lugar.
Urías demuestra, querer algo serio,
salir del misterio, por ella luchar.
La lucha amorosa se vio más candente,
que toda la gente lo supo al desliz,
«matrona decían, Urías te quiere
y Sión lo difiere, ¡qué vil cicatriz!».
Los días y noches se vuelven eternos
los versos son tiernos, al juntos rimar,
el cruza caminos detrás de sus huellas
un mapa de estrellas se logra inventar.
Y Sión que descubre la lucha de Urías,
contrata jaurías, del alma su harén.
La joven, Doncella se suma al proceso,
que dándole un beso, lo graba en su sien.
Samuel Dixon/ Isla✨