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La Casita de Mis Viejos (evocaciĆ³n en verso)

AUDIO en: 

https://drive.google.com/file/d/1M23JwwL1R9Ju0aUUvmmhd6a3NSlDRBkY/view?usp=share_link

 

Otros tiempos, aquellos.

Otras realidades.

Afuera, y también en mí.

Un tiempo hoy añorado,

que atesorado en mi corazón.

Un tiempo que en su tiempo, tal vez,

no valoré tanto.

Como sí lo hago hoy.

Como sí hoy.

La recuerdo de memoria,

si es que me pongo a recordar.

Cada detalle,

… amado.

Sus ruidos. Sus silencios. Sus sombras.

Sus lugares secretos.

Mis escondites.

Todo.

No es que la recuerde como si fuera ayer:

es que se ha quedado de tal forma en mí,

que es una especie de presente

(y de Presente con mayúsculas)

que Eterno.

Hoy, cuando me pierdo,

cuando deambulo en este hoy, tan raro,

tan diferente, al de aquellos tiempo;

hoy la evoco

y me reencuentro conmigo mismo.

Mi casa de la infancia.

Mi casa paterna.

“La casita de mis viejos”.

Como todo tiempo ido,

dejó esa sensación de haber sido mejor.

Dicho esto desde el corazón.

Y es que, por cierto

que su sabor de Hogar

fue único e irrepetible.

Desde el fresquito atesorado de las baldosas del comedor,

refugio y lecho improvisado

en las tórridas siestas de Enero,

hasta el hogar a leña, cerca de la televisión

¡cerca de todos, hasta de los vecinos!

… en las nochecitas de invierno.

Pasando por el cómplice zaguán.

(“Lindo haberlo vivido para poderlo contar”)

Pasando también por el fondo, ¡¡enorme, entonces, ante mis ojos!!

Por el garage,

solitario y utilitario ámbito

que me invitaba a evadirme, a escaparme:

a sumirme en su ¡mi! minibiblioteca de textos viejos,

que allí dejados y como al olvido.

Tesoros perdidos que me rescataron.

Todo conformó un nido,

un hogar,

un refugio.

Todo regó ese mi ayer,

para mí Eterno.

Y sobre todo la esencia:

la familia, unida.

En desencuentros y en alegrías. La misma. La mía

Todos bajo un mismo techo.

Creciendo juntos.

Aprendiendo los unos de los otros.

Juntos y separados, o diferentes a la vez.

Diferentes y complementarios.

De la muy primera infancia,

me quedan pocos recuerdos.

Algunos seguramente que «reformados»

por una evocación parcial, sesgada, benévolamente tendenciosa.

Por emotiva; por emocionada… y por emocional.

Algunos flashes, me vienen,

de momentos que, algunos,

ni se porqué se me quedaron.

Hoy, aquí y ahora,

me parece increíble, el tiempo ido.

El tiempo que ha pasado.

Parecen mentira, también

los seres queridos,

que ya idos.

¡¡Tanto ha pasado!!

¡¡Tanto, lo que cabe en una vida!!

En un esfuerzo de imaginación,

logro componer, hoy

-y desde su aquel

lugar de adultos-,

a aquellos días

en que, a los ojos míos de hoy,

todo parecía más fácil,

todo mucho más sencillo,

todo menos importante

y todo más trivial.

Y siento que soy injusto.

Que tal vez no sólo que lo soy,

sino que seguramente que también lo fui.

También..

¡Que no se nada,

o muy poco, en verdad

de cómo fue que,

en lo profundo,

ellos lucharon!

¡Por ellos y por nosotros!

¡Sin respiros ni concesiones!

Nuestros padres….

¡¡Es que la vida es tan rara!!

¡¡La ingenuidad vela!!

… y la sencillez engaña.

Había menos

¡u otras!

necesidades,

por cierto.

Y era,

parecía ser

menos ansiosa,

no tan imperiosa,

el procurar satisfacerlas.

Había una elasticidad sabia,

y una sabia elasticidad:

con todo

y con lo menos esencial.

Había Sabiduría:

a la vista, y escondida…

…. Eso me parece hoy.

Pero las más esenciales,

las básicas

las urgentes

las importantes

todas ellas ya eran

como las mismas que son las de hoy.

Eran, tal vez,

mejor atendidas,

mejor contempladas,

mejor entendidas.

Proveyéndolas

en formas descontracturadas.

Eso siento.

Eso siento desde un lugar que hoy liviano y sincero.

Sin vueltas y que sin entreveros.

El tiempo mismo era otro,

… ¡parecía otro!

Si me hubiera guardado

algún viejo reloj de aquel entonces,

¡seguro que él confirmaría, hoy,

al ponerlo en marcha,

que su tiempo,

el que él entonces medía

era otro!

El tiempo alcanzaba.

El Tiempo.

Tiempo y actitud.

Parsimonia.

Amorosa dedicación

y calidad de tiempo.

Tiempos profundos y ricos, hoy lo sé,

Aunque tal vez entonces

seguramente

vividos triviales,

simples, normales…

Amor, en otras palabras.

Amor en forma de tiempo:

de tiempos de calidad…

Hoy es diferente.

Hoy toca más dar.

Hoy toca ser, ya. Sin demoras.

Hoy toca luchar. Por uno y por los demás.

Los desafíos son diferentes,

o al menos en su apariencia.

Lo resuelto,

aquello que tanto faltó

o que tanto les costó dárnoslo,

hoy está,

… es más asequible,

es más accesible.

Las cosas materiales,

la profusión de sus posibilidades

y de su elección

todo lo cambió.

Para mejor…

Pero en el fondo,

lo importante sigue igual:

no cambió ni cambiará.

Cambió, eso sí,

quizás

tal vez

… cambió su consideración.

Por ejemplo:

no recuerdo

que hubiera habido un empeño especial

en atender cosas

que hoy ¡sí que cuestan!,

y tanto tanto:

… como enseñar.

Enseñar el respeto,

el demostrar la consideración.

Lo de imponer ¡sabiamente! los límites.

Los que impuestos y trasmitidos

como valor,

… y con naturalidad.

¡Enseñados como quien enseña!,

¡como maestros y como ejemplos!

siendo eso, ellos

¡y sí mismos, a la vez!

… y con coherencia.

Tal vez -o sin tal vez-

talvez idealice un poco

a todo aquello.

Y a ellos también.

¡Es que es muy fácil hacerlo,

cuando el cariño es lo que prima

al evocar!

Tal vez pase eso,

un poco;

pero tan sólo un poco.

Sobre todo,

siento que así es,

que así fue.

Y por consiguiente,

este casi absurdo contraste

con la de hoy realidad.

No quisiera ser injusto. Ni con el ayer ni con el hoy.

Hacerlo con el hoy,

sería injusto para conmigo mismo, también:

… y con mis actuales.

Pero, y a fuer de sincero,

lo que mantengo en el recuerdo,

lo que mantiene mi memoria

afectiva y emocional,

¡eso que aflora

cuando pienso en la casa de mis viejos!

eso me lleva

a una Nostalgia agridulce.

Dulce … por lo que fue.

Agria… por lo que ya fue,

y porque ya fue.

Dulce, también

por lo que me dejó.

Agridulce…

al mezclarlo,

a todo esto

con lo que hoy ya no está:

con la ausencia

profunda y tangible

de quienes ya no están.

Con lo que hoy

ya no es.

Con lo que falta y que faltará.

Lo que no es ni está. Lo que no vendrá.

Entre el nudo en mi garganta,

y entre el mar tibio

de algunas categóricas lágrimas…

Entre un ir y venir,

al mismo tiempo,

a Aquél

y a este otro tiempo.

Me sale, así,

claro e irrefrenable.

Emocionado.

Me sale un simple

¡y enorme!

¡¡y profundo!!

GRACIAS..

 

¡¡Gracias, Mamá y Papá!!…