A patadas y puños
con gritos y llanto
conquistar la fatiga oculta
en la velada lluvia de noviembre,
en los largos silencios y
en los erráticos poemas;
a ella antepongo la justa luz de mayo
y el viento terroso de agosto.
Ante los viajes hacia el dolor,
donde están las ausencias eternas,
encuentro la nítida navidad de la infancia.
Ante el campo de los adioses
se derrama el aroma del café recién hecho
y las guayabas que se cocinan
bajo el sol tropical
Allí ocultas las sustancias secretas,
allí el antídoto contra este vacío
que me devora…
Aquí un verso feliz;
aquí el beso y el abrazo perdido también
y como sortilegio absoluto
la voz remota del mar.