Aquí compadezco ante la vida que aturde mi hepático dolor,
Entre Corrientes y Maipú cuantos secretos he escondido,
Que en viejos cafetines, infinitos pesares he cantado yo;
y en otros pasé de norte a sur llorando la carta de su amor.
Aquí estoy resultando ser cualquier cosa amurante
que roba poemas con triste hastío y locura del viejo lupanar,
ando rezando mil padrenuestros por noche vivida
y pecando entre las pobres pebetas del triste arrabal.
Ya se que es llevar la loca vergüenza del desenfrenado carnaval
donde disfrazado ofrendé a la vida mis pobres y ruines amores
que como los rosales, crecían al lado de ruinosos castillos de vida estival.