Ayúdame, Padre Nuestro,
a no caer otra vez
en los errores de ayer,
permanecer en silencio;
somos débiles, lo siento,
nos arrastra tibia piel
a repetir lo que fue
la razón de mil lamentos;
en el diario convivir
una corriente de errores
nos facilita el desliz
a constantes decepciones:
lo contrario es junto a ti
nos convertimos en soles...