Margaritas a lo lejos desde mi ventana
saltando en colores con las primeras luces
Se confunden con tus muslos dorados
que me habitan cercanos entre sabanas de seda
Se abren como flores al rocio con la urgencia de la piel
Mi cuerpo sin voz se alimenta de tu sonrisa temerosa
lentamente recorro tu arcoíris
Mirando tus ojos que me nombran a gritos
entre palabras mudas que no tienen eco