Me condujo por laberintos con claras salidas, temiendo que alguna de ella nos librara de estar extraviados, me paseó por los detalles que yacen muy en el fondo.
Carcajadas y suspiros componen estribillos, a falta de pluma una fotografía compensa a la poesía.
No obstante, en ese momento justo cuando mi índice derecho reposaba en el guardamonte (objeto que solo ella y yo sabemos) su respiración casi que funcionaría como tracción de una locomotora, y su mirada, nunca había visto ojos tan seguros de querer tocar burlando al tacto.