El violento palmear de una sombrilla mal amarrada,
viento y arena.
Dormir a la intemperie sin tiempo, tu mano aguantada,
viento y arena.
Rítmico, el mar sosiega las heridas en la tarde, sensación,
viento y arena.
El sol apuntalaba las piedras y las gotas,
en milésimas, a mis piernas acariciaban,
acierto y serena.
Las gaviotas atardecían sobre los peces muertos de un pesquero vuelto a tierra
y aquí, en la anaranjada, tu tiempo ameno, me llena.