Somos mudos a los que tortura la palabra
nos llenamos la boca con la copa de mentiras
nos cierran los ojos con tantas sombras derramadas
nos marean, nos saturan el pensamiento y el animo
atiborrando nuestros oídos con discursos bonitos
en ellos no encajan nuestros reproches o peticiones
somos pueblo, seres sustituibles para el imperio.
A veces hay chispas de verdad y atisbos de generosidad
para embarrarnos en sus porquerías, para comprar lo poco
que les resta de conciencia a pagaos fijos y abonos chiquitos.
A veces les creemos y pagamos caro nuestra ingenuidad
otras buscamos justicia en lluvia de denuncias,
en despliegue de ataques estériles que ponen sangre
(la nuestra, la de unos cuantos, la que más vale por ser
de nobles conciencias, de cabezas donde abundan
los pensamientos, la del pueblo…) sobre el rojo fuego,
cobrando con balas el discurso imperecedero.