Todavía, aún,
una luz más alta,
esperándome. Bajo
sombras, sepultada,
ignorada, repetidamente
vencida, apenas luz.
Veo, observo, materiales
complicados, diversos,
relojes unánimes, sentencias
de muerte, brazos como secretos,
que anudan sus cuellos, rígidos,
altos, perfectos. Caparazones
donde la luz que me habitaba
iba desapareciendo, desvaneciendo
en miradas, en sueños, en ilusorios
atuendos, en nada. Polvareda
de estrellas, magnolias de acero.
Secretos, lo dije, lo mantengo.
El amor, aquello que muestro.
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