Esta flácida piel que visto descontento,
que como un sepulcro comprime mi ego atrofiado,
y en sus poros solloza mi corazón perforado:
me veo atrapado detrás de las puertas del hundimiento.
Esta trémula celda infecciosa,
que con su cólera agita mi consciencia,
y en mi espíritu perfuma su violencia:
moldea en el reflejo de mis ojos su sonrisa viscosa.
Este insano aislamiento,
que pudre el cascarón de mi calor,
y succiona cada grado de flama en mi interior:
esfuma mi llama en febles suspiros de aliento.
Este cilicio que invade
cada extremidad de mi ánimo,
a la tela de su juicio me imprimo
y a su trama de dolor me persuade.