Deslizo ágilmente la yema de mis dedos sobre tu cuerpo firme y suave. Te recorro urgida de arriba abajo, de izquierda a derecha, hasta encontrarlo…
Lo hallo por fin y exclamo de alegría: ¡“ñ”!, ahora puedo escribir niño, ñoño, engaño.
Vuelvo sobre ti una y otra vez. Ahora me pareces tan magnánimo al descubrir que contienes infinitas posibilidades, casi como si mágicamente pudieses expresar todos los pensamientos sin que te los dicten. Me rio de mi misma ante tal absurda posibilidad, hasta que tengo una epifanía:¡ quizás lo has hecho ya! Tal vez otros dedos, en otras dimensiones, han escrito las innumerables potencialidades de las almas, narrando historias de sueños y renuncias, victorias y fracasos… Me pregunto con qué caracteres habrás marcado el destino que ahora me acompaña.
Lucila De Melo(MMGA)