El llanto silencioso de las flores
no llega a mis entrañas ni me duele
porque es un fresco rocío que allí pende
hasta ser sublimado por el sol.
Estoy ante el asombro del milagro.
Vive y late en su nimia sencillez
y ni piensa en su recato que es hermoso,
que es en su hermosura observado
y que puede llegar a ser canción.
Ambarino encanto en mi mirada.
Es a ese llanto al que le canto
antes que la vida lo disipe en la luz
que a mis ojos ilumina… rocío en flor;
sencillo y humilde en su altivez.
Y durará ese canto en tanto… lo desee el sol.
Y omite mi contemplación recreativa
a la púa de la espina que protege
a ese llanto hecho rocío y a la flor.
No habrá dolor si no la tocas…
y dejas que el sereno llore al sol.
De mi libro “De trazos del borrador”. 2017 ISBN 978-987-4004-51-2