Menguante estaba la Luna
y creciente nuestras ganas.
Fue a mediados de noviembre,
en una noche estrellada
que sellamos nuestro encuentro
burlándonos del mañana.
Ella:diosa de mis letras
los sueños de mi almohada
tersura para mis dedos
y nostalgia en madrugadas.
Fui sólo estrella fugaz
en el cielo de su espalda;
explorador en sus pechos
fuentes de vida y de magias.
Tenerla a mi lado siempre
no era mera ilusión vana.
Quería ser su ternura,
y siempre, por siempre amarla
como la lluvia a la tierra
o como el Cielo a las almas.
Hoy aún vive en mis letras,
en sueños de mi almohada...
Pero mis labios y dedos
van muriendo de nostalgia
cuando recuerdan la noche
y tersura de su espalda.
W.M®