Ella se irguió ante el desprecio que le causaba,
Él no atinaba a mover un párpado,
Ella fue bien clara y firme,
Él nada, nada.
No necesito demostrar nada,
Enfáticamente le dijo ella,
Sé quién soy y cuanto puedo dar,
Tengo paz interior,
Me respeto, me amo y me estimo.
Tú, sin embargo, atacó ella,
Tienes un poder escaso,
No eres psicológicamente feliz,
Y lo sabes.
Pero yo, espetó él,
Si, tú, le dijo ella,
Espiritualmente no creces,
Por favor, que dices, no es así, le suplica él,
Terriblemente sencillo, le dijo ella,
Escuchas la voz del desánimo,
Y debilitas tus fuerzas,
Y esa, es una verdad cierta.
Jrea:. Caracas, 15 noviembre de 2022