Con calma supiste lidiar las prestezas,
las fuertes proezas de un genio leal.
Buscaste lo justo de los niquiranos;
hermanos a hermanos con fuerza mental.
Y fue Gil Gonzáles la mala patraña
que desde la España traía su afán;
la gente afanosa tropieza por ruda
y el sabio saluda muy firme al sultán.
Arbitrias misiones nublaron la mente
y aquel combatiente por paz le cedió,
supiste que el hombre contempla el madero
dejando al cuatrero que fe promulgó.
Las flechas soslayan distintas misiones
que doce escuadrones proponen lanzar,
en eso un gran grito masculla en el dique,
te dijo: «¡cacique, la vida es luchar!».
Y fue la sorpresa que hiciste al extraño;
saraos del año, tu harén colosal.
Así, los guerreros reparten cacao,
«¡oh, gran Nicarao!, ¡te has vuelto inmortal!».
Samuel Dixon