Te siento en mis adentros
desde antaño
sabiendo me entregaste
tu inocencia
palpitante y ligera
como una ave.
Te pienso así, fugándote
de tristezas
fanáticas de ti,
muy devotas
del rosario exaltado
dentro tuyo.
Me siento en tus entrañas
subsanadas
y en tu espalda preciada
por su anchura,
y en tu pecho estibando
suaves senos.
Me pienso en tus virtudes
subrepticias
cual parte del secreto
de tu sexo;
arroyo del insomnio
de tu cuerpo.
Te siento mujer plena,
sin vergüenza,
sin temor a la vida
ni a la muerte,
sin miedo a manecillas
ni al destiempo,