Las hojas del calendario
A medida, que se acerca,
El final, de nuestros días
Del calendario, las hojas
Se desprenden, sin medida.
El reloj, en su inclemencia
Desbocado, hacia el ocaso
A su ritmo, y, paso a paso
Apresura, su cadencia.
Aquellos, que parecieran
Horizontes, tan lejanos
Que nunca, se alcanzarían
Se tocan ya, con las manos.
Sólo nos queda, esperar
Que, lo último que falte
Del camino, por andar
No sea, la peor parte
Vivamos, intensamente,
Las horas, y los minutos
Sabiendo, precisamente,
Que no caben, los indultos.
Que por la vida, pasamos
Cada cual, a su manera
Con aciertos, y fracasos
Inviernos, y primaveras
Con los años, la añoranza
Despierta, como una fiera
Recordándome, a la casa
De la que antaño, partiera.
Con todo mi cariño
Dedicado a, mi Aldeacentenera
Que tal vez ya, no pueda ver
A mis gentes, a mi tierra
Donde, me vieron crecer.
¡Feliz y sosegado ocaso!